- Escuchadme, gente de los icenos, y os narraré la historia del muérdago, que en la lengua antigua significa "planta que lo cura todo"...
"Se
cuenta que la diosa del amor, Frig, tuvo un hijo al que llamó Balla ,
al que convirtió en dios del sol estival. Un día el dios Balla tuvo un
sueño en el que presagiaba su muerte. Le contó a su madre aquella
terrible pesadilla y ella se atemorizó,
pues comprendió que si Balla moría, toda la vida de la tierra llegaría a
su fin tal como ocurre en los días de invierno, Inmediatamente, Frig
suplicó a la tierra, al aire, al fuego y al agua, así como a todas las
plantas y a todos los animales, y les hizo prometer que no le
sobrevendría mal alguno a su hijo. De modo que Balla no podía ser herido
por nada del cielo ni de la tierra. Pero el malvado Lugh odiaba a Balla
y se dio cuenta de que Frig había olvidado obtener la promesa del
pequeño e insignificante muérdago, que se ocultaba de la vista del mundo
creciendo ni en la tierra ni debajo de ella, sino tan sólo en el
manzano y en el roble."
"De
manera que Lugh mojó la punta de una flecha en el jugo de una baya de
muérdago y se la entregó a Hod, el dios del invierno, que odiaba a Ball,
el dios del verano. Hod mató a Balla con ella y su madre, Frig, se
afligió y lloró. El cielo se volvió frío
y pálido, y todas las cosas lloraron de pena por el dios sol. Durante
tres días, cada una de las plantas, los animales y los elementos
intentaron devolverle a Balla a la vida, pero sin éxito. Frig derramó
lágrimas por su hijo. Las lágrimas se volvieron blancas al rodar por sus
mejillas, y el muérdago las absorbió y las transformó en las bayas
blancas que crecen debajo de las hojas. En su felicidad al ver las
bayas, Frig iba besando a todo el que pasaba por debajo del muérdago, y
su alegría prestó calor al cuerpo frío de su hijo, Balla, el cual volvió
a la vida. Dichosa, Frig dijo que todos los que pasen por debajo del
muérdago deben besarse para que ningún mal descienda sobre ellos, sólo
un beso como símbolo del amor que siente ella por todos sus hijos."
Alan
Gold, El imperio de la reina.