lunes, septiembre 02, 2013

La Boheme, la boheme.

  • La bohemia, la bohemia escribía cartas de amor y desamor tomando una cerveza en el balcón de un bar.
    De vez en cuando miraba la luna.
    De vez en cuando miraba a los transeúntes sin importarle realmente el acontecer de sus vidas.
    A veces, algún visitante del sitio la invitaba y le cambiaba minutos de su tiempo escribiendo, por charlas que no llevaban a ninguna parte. O a ponerla en el papel de psicológa, de doctora del amor, con título honoris causa en rompimientos dolorosos.
    La bohemia, andaba entonces en un café, o en una sala donde pudiera acceder a la red que la conectara con otros en el mundo. Quizás con alguien que pudiera entenderla o que si bien no la entendía, la escuchara y por mucho que fuera feliz o estuviese triste, quisiera abrazarla, sólo por el hecho de ser ella... de cualquier forma que ella quisiera ser.
  • Ella nunca entrega sus cartas, pocas veces alguien puede acceder a ellas, en su mayoría las cartas no tienen un destinatario; son escritos de su mente volátil que le enciende el corazón en llamas y cada noche la consume hasta volverla cenizas, para renacer siempre, al salir el sol... cuando el despertador ordena que la vida sigue y el que se duerme pierde.