jueves, marzo 26, 2009

Tenue despertar

Foto: xciteticx

Escrito por:
Adrian Reyes "de González".
Catalina González Giraldo.


Mi cuerpo se mimetiza con mi tumba y el susurro de mis latidos es cada vez mas tenue, desde que mis gritos no son escuchados y mis sentidos solo responden al abandono...aun así, aun respiro el cobre que atraviesa mi vientre...recordándome el día en que los condenados renunciaron al averno y mis lágrimas se suicidaron contra tus labios...

...tormentas y brisas, mares y peñascos, ahora miro desde el borde del acantilado, veo los cuerpos de mis predecesores, caer desde todos lados, todos ellos mancillados por la misma peste que ahora me corroe, siento fundirse mis huesos, todo mi ser desde dentro hacía afuera, estás en lo profundo y te veo desde tan alto, y temo, no sé que me espera...

Y sigo temiendo cada día y cada lúgubre noche...ya que la última vez que no hice caso a mis temores terminé en este viejo féretro que ya hasta olvido que solo soy parte de él...y pienso si no padecerías al sentir las células muertas de mi piel, sobre las tuyas...y si mis heridas no contaminaran la pureza de tu sangre....prefiero temer a arriesgarme a seguir muriendo, prefiero cerrar la tapa de este sarcófago que ahora es mi hogar.

...donde no siento, no...No es cierto, lo siento todo y aún más intenso, mucho más aún que el día en que mis sentidos palidecieron en tu devenir, que percibí tus olores, tus sabores...oh manjar, oh veneno me has absorbido la vida, te has llevado mi último suspiro, no soy más distinto ahora que un pedazo de metal. Existo y me esfumo entre ráfagas de pensamiento, vuelvo al mismo lugar...

Al mismo lugar donde abandonaste el cadáver de aquel que te amó...aquel al que despojaste de su alma y condenaste a esta oscuridad...oscuridad en la cual puedo ver mejor lo aterradora que es la vida en tu ausencia....y que prefería tus mentiras a extrañar las aterradoras notas disonantes de tu voz y de tu aliento…

Me has hecho merecedor del castigo de saberlo todo, de tener la verdad entre mis amoratadas manos, de palpar cada ínfimo detalle de tu esencia. Me protejo de tu malignidad en este cofre al que me has condenado, me protejo de tu amor malsano que no es peor de lo que ahora es el mío. Creo que he permanecido lo suficiente, aferrado a tu recuerdo, carmín podrido que aún siento temblar en mi regazo. Cariño mío, estoy tan cerca y no me ves, estás más cerca cada día, sí soy la mismísima muerte...será un día más para mí, uno menos para ti...

Mis vertebras agotadas de la inercia recuerdan que mi columna esta atada a dos extremidades que los mortales llaman alas, así que las extiendo, rompo mi féretro, salgo de mi máldita tumba y me elevo por los cielos, para recordar que estoy muerto, que fui ciego y no vi la realidad; mi cuerpo cae al suelo como reclamando la muerte, y mis huesos se quiebran como tus lágrimas de cristal lo hicieron algún día sobre mi cadáver. Mi visión se hace tenue y vuelvo a tus brazos en el silencio de la inexistencia.

Estás ahí de nuevo, te espere sin esperarte y me miraste porque siempre fuiste más oscura que la noche, doncella, he regresado al dulce calor de hogar, he roto mi crisálida pero mi luz ya no brilla como alguna vez. Dadme la bendición de no verte nunca más pero permanecer tan solo a tu lado, volver a tu seno de madre, a la tierra manchada de sangre; que vuelvan a correr la brisa y la fuga de tus pasos, regreso al tiempo antes del tiempo, la nada somos...no deseo nada más.

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